Cine negro sin concesiones, pesimista y tosco en una película que mezcla con maestría y sin adornos de ningún tipo asesinatos, corrupción y política. Una película donde no hay buenos y malos sino malos y peores.
Aun así nuestro protagonista está en ese territorio de la duda; plenamente adaptado a la corrupción imperante en ese Egipto de los días previos al desmoronamiento del régimen de Mubarak, pero sin salir de su vida modesta y con cierta conciencia, que le lleva a actuar como el policía que es, en un sistema podrido y que ha impregnado de su ponzoña a todos.
Del cineasta sueco de origen egipcio Tarik Saleh ha sido ganadora de la Espiga de Oro de la última Seminci y, por extraña que nos parezca la historia que nos cuenta, se inspira en el asesinato real de la cantante libanesa Suzanne Tamim, ordenado por el empresario y político egipcio Hisham Talaat Mustafa, el que -por cierto- ha sido ya indultado de aquellos hechos por el nuevo régimen egipcio, demostrando una vez más que la realidad siempre supera a la ficción.
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