No es cierto, las crisis económicas no significan que tropezamos dos veces en la misma piedra: los parásitos nos engordan para luego chuparnos la sangre, y lo hacen premeditadamente, a conciencia, sin escrúpulos; no es Hudson el único que opina esto, de hecho son legión.
Esos parásitos son los acreedores: el 1% más rico que dispone de las 3/4 partes del ahorro mundial. Un capital imprescindible para la producción se recicla en el mercado hipotecario, principalmente (puesto que esos créditos representan el 80% de los préstamos bancarios), y con ello inflan el precio de la vivienda (una necesidad básica) y elevan el coste de la vida.
No recogeremos aquí el currículum del norteamericano Michael Hudson, baste afirmar que es una autoridad incuestionable y uno de los ocho economistas que predijo la crisis de 2008, en la que los grandes bancos sabían lo que hacían. Conocíamos sus ideas sobre la perversidad de la Deuda: como vivimos en una especie de “ilusión contable” producto de complejas ingenierías financieras que política respalda legalmente: básicamente afirma que la “magia del interés compuesto” resulta en un aumento de la Deuda que extrae más riqueza de la que la producción y el trabajo pueden pagar. En lugar de extraer impuestos de los “rentistas” para reducir el costo de la mano de obra y los activos y usar los ingresos tributarios para mejorar la infraestructura y aumentar la eficiencia productiva, hacemos crecer una deuda impagable, que no se va a pagar y que el Sistema no acepta que se condone, por lo cual va a quebrar. Hudson prevee una nueva crisis superior a la anterior, cuya única solución radica en que la gente asuma realmente que el Sistema no funciona.
No vivimos, sobrevivimos en una situación de injusticia absoluta con fecha de caducidad, un Imperio del Mal. Léanlo de “sus labios” en el artículo que tienen en el enlace, merece la pena, créanme.
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