La esencia del Budismo, como la definió su fundador, es: “cesar todo pecado, adquirir la virtud, purificar el corazón”.
En el Budismo hay una creencia, el Karma, producto de una ley natural, que ejerce un efecto determinante sobre el destino de los hombres. El Universo está sometido a una causalidad natural denominada Karma, por la cual los méritos y deméritos pasados determinan nuestra condición presente. Todo es efecto de una causa anterior, y a la vez causa de un efecto futuro. Son nuestros actos y pensamiento actuales los que determinan las situaciones en que nos encontraremos en el futuro. El único control que podemos ejercer sobre el Karma es mantener una buena línea de conducta, que purifica el Karma acumulado, nos conduce a la felicidad y, por último, a salir de la rueda incesante de los renacimientos, alcanzando el Nirvana, la iluminación.
Como vemos, el Budismo cree en la reencarnación. Considera que pueden haber sido miles o millones, y que antes de una nueva estancia terrena la entidad elige los padres y las circunstancias que habrá de enfrentar, que serán aquellas que le ayudarán a purificar su espíritu, siendo este el único sentido de la vida.
Los seguidores de estos artículos reconocerán en la Ley del Karma uno de los principios del Kybalión, así como una de la Leyes de la Naturaleza.
Somos La Resistencia.
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