No podemos permitir que la historia la escriba el enemigo. Una armada pertrechada para una invasión que no fue destruida por los ingleses, ni los elementos pudieron con ella. No hay registros sobre el estado en que los pequeños barquitos de su graciosa majestad llegaron a puerto. A los marinos supervivientes y heridos no debió parecerles tan graciosa, pues fueron abandonados a su suerte tras la “victoria”; costaba dinero atenderlos.
Para Inglaterra, el episodio es un mito fundacional que se enseña en las escuelas, lo que debemos preguntarnos es por qué nos la enseñan a nosotros dando por bueno el punto de vista inglés, sobre un episodio de una guerra de veinte años en que enviamos tres armadas y que se resolvió mediante un acuerdo favorable a España, luego puede afirmarse que se ganó.
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