Tras nuestro infierno hubo otro, y peor que el de Gran Guerra, que ya era difícil. El gobierno español supo nadar y guardar la ropa jugando, en la oscuridad de la diplomacia secreta, a dos bandas. No merece la pena, pero no necesariamente nuestro presente sería mejor si el fascismo patrio hubiera sido derrotado junto al italiano y el alemán.
Quizá estuviéramos hoy aún más intervenidos que habiéndonos mantenido al margen. No hay mal que por bien no venga, y que conste que para nosotros el mal era el fascismo: no defendemos la dictadura de Franco.
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