Nos ha parecido interesante este artículo donde se habla de una realidad presente en la sociedad que contemplamos con preocupación. El autor ironiza sobre la literatura escrita por ignorantes y nos insta a plantearnos la valía intelectual de lo publicado. Enorgullecernos de la gañanía, ser aceptado por ello y no solo habitar felizmente el país de la bendita ignorancia sino, además, despreciando el conocimiento, pasear orgullosos disfrazados de cultos; valorados en la impostura.
Habitamos la mentira.