El gran Gatsby

Por JOAQUÍN ESTEFANÍA.

La obra de Fitzgerald es una novela de clase en la que el dinero sirve para comprar la distancia social con el fin de marcarla mejor. Trata de muy pocos personajes de la clase elevada y de un testigo que se asimila a ellos.

En el libro no aparece la mayor parte de la sociedad americana, la que tuvo que emplearse en combatir durante la Primera Guerra Mundial: es como si no existiera. El autor describe los excesos de los felices veinte, cuya burbuja, explotada, dio lugar a la Gran Depresión de tres lustros después. Jay Gatsby, el caballero que reina sobre West Egg, es el arquetipo de una época dominada por los excesos sociales, las grandes diferencias, el gansterismo y la corrupción política generalizada que acabó en la mayor crisis del capitalismo de todos los tiempos. Fitzgerald tiene la técnica literaria de fijarse en uno de los dos extremos de la sociedad, el de la gente bonita, riquísima, las mansiones, los criados fieles, la rutilancia de las noches sin mesura, en definitiva, el mundo de los ricos.

Es la imagen del esplendor y de las élites de Pareto. Casi nueve décadas después de aquello, la sociedad de los extremos y de la polarización han vuelto a Estados Unidos, tras el paréntesis del New Deal y su influencia en la sociedad americana.

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