Utilizando el marco de nuestra guerra, el autor nos da una lección sobre la naturaleza humana. El horror más absoluto, tan sólo imaginable, cuya dimensión real nos está vedada, desconocida por mucho que convivamos con ella a través de los medios de comunicación.
Al final, la guerra era el enemigo para aquellos que con el paso del tiempo sólo deseaban su término, fuese el que fuese su destino. Leímos este libro un grupo de amigos y, al comentarlo, los presentes, nietos de los que la vivieron, hicieron y, desde luego, sufrieron, estuvimos de acuerdo en que debemos recordar sin odio evitar lo que parece, sólo parece, imposible: que se repita. Obras como la de Cotta son necesarias, como es necesario que sea la generación de los nietos la que consiga la definitiva y vital catarsis.
Y en el enlace les ofrecemos una clase del profesor Lobato sobre la amistad entre Lorca y José Antonio.
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