Hacia la convivencia pacífica. Y no avanzar es retroceder. Grossman analiza una ley que promueve una injusticia, y por tanto el sufrimiento. El poder ofrece mil explicaciones y justificaciones que suenan tan irrebatibles como razonables. Así ha sido siempre. Me pregunto por qué sus acciones, casualmente, siempre apuntalan el dominio de la minoría que ya lo ejerce, frenando el avance hacia la igualdad de todos los seres humanos.
En este caso es en Israel, donde menos debía darse.
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