Las máquinas de guerra son las más perfectas. Y fallan. El nivel de destrucción que hemos alcanzado (y es iluminador ir a las hemerotecas y consultar las reflexiones sobre la capacidad de las armas de hace un siglo, casi “juguetes” comparado con lo existente hoy, lo que sabemos que existe, al menos), y que no es responsabilidad de la raza humana sino de un reducido grupo de nosotros, es tan… demoledor, y disculpen porque cuesta encontrar adjetivos incluso en español, tan rico, que uno piensa que, si no son imbéciles, es que están preparados para abandonar este planeta en caso de desatarse el caos, y existen datos sobre ello, pero no me crean: son cosas de conspiranoicos. Vean el caso de este submarino, pero siento decirles que no ha sido el único.
Jugar con fuego
Etiquetado Kursk.Enlace para bookmark : Enlace permanente.