Hubo tiempos en que un insulto, incluso una mala contestación, podía suponer que te retaran a duelo. Hace aproximadamente un siglo era algo, hasta cierto punto, común. Nobles y ricachones se batían a sable o pistola, las clases consideradas “bajas” (más bajunos solían ser los primeros) lo hacían a navaja o con las manos desnudas.
Cuando éramos niños, ninguna ofensa podía quedar sin respuesta, y no existía Bulling, o Buying, o como se llame, pero los más fuertes y malvados “puteaban” a quien podían, por simple maldad; esto es Andalucía, se dice de otras mil maneras, pero con esa nos entendemos. Todos (creo) hemos sobrevivido con pocas o ninguna secuela, y en todo caso con las mismas que podríamos tener ahora; y nunca he escuchado que ningún niño se suicidara por Buying, ahora parece ser que se dan casos. Quizá algunas cosas se podrían hacer mejor para evitar una tragedia así, pero somos “civilizados”.
Como existe un cierto nivel de impunidad, las ratas se aprovechan de ello, y paga la gente de bien que se somete a las reglas de convivencia. Si te pudieran retar a duelo, el carácter disuasorio mantendría a raya a las ratas y la gente de bien, que no hace daño a nadie y se deja la vida pagando impuestos por una pobre recompensa, no tendría que soportar a la gentuza, que lamentablemente la hay.
Como en el cole: no existe un niño en la historia de la humanidad que después de recibir unas buenas ostias (sin consagrar) volviera a por más. Ojalá hubiera otro método.
Que agustito ma quedao.
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