Entendemos la Novela como un territorio de libertad, el estado natural del Hombre es la libertad, nadie más necesitado de ella que aquel dotado para crear.
De la Novela trata el artículo que pueden leer en el enlace, y sobre sus postulados tratamos en este. Creemos en la evolución de la Novela en aspectos temáticos, estilísticos, formales, analíticos, creemos con amplitud de miras porque sólo en movimiento hay vida. No se construye sobre arenas movedizas, y se crece desde bases firmes, y los cimientos sobre los que crece la Novela es nuestra riquísima tradición literaria, que algunos desprecian y hasta querrían olvidar. Quede claro que no defendemos la pobre idea de que una historia se deba contar como se hacía junto al fuego de campamento, no habríamos quemado la Imprenta en el XVI ni ahora cerraríamos Internet.
Sin embargo, sí debe insistirse, incluso alertarse, aunque parezca increíble la necesidad de hacerlo, sobre el hecho de que el libro está sujeto a intereses que no valoran el arte y el saber, intereses que cuando hallan un producto tienen como único afán explotarlo y si no lo hallan lo crean, que ese producto toma forma de libro y que, por tanto, esos intereses enfocados sólo al negocio son un obstáculo para el acceso a la belleza y al conocimiento, a la Literatura.
Hay intereses comerciales enmascarados tras los elogios a ciertas obras, tendencias y autores cuya valía, objetivamente, es cuestionable.
Aquellos “escritores” que expulsan como churros la misma novela (cuando son ellos los autores), esos genios que tocados por los dioses creen descubrir El Absoluto y escriben formando círculos, o de arriba abajo o bocabajo, que nos observan con suficiencia de triunfador reconocido desde su inexistente capacidad intelectual, cómodamente atrincherados tras elogios interesados y gafas de pasta coloreadas, tan modernos, sepan que no haber leído, no haber vivido, no alcanzar la meta por el esfuerzo y mérito propios, os convierte en gigantes con pies de barro para que los comerciantes se beneficien y los lectores ingenuos se engañen con vuestra valía, y seréis olvidados. El discurso con el que os justificaréis (con mal disimulada vanidad y soberbia) asegurando no haber sido comprendidos, no funciona ante los que estamos dispuestos a gritar que el rey va desnudo y vuestro trabajo, cuando es vuestro, es, seamos generosos, prescindible.
Quien tuvo la fortuna de encontrar un verdadero Maestro aprendió que el mayor valor es la humildad, que no se escribe Literatura con la mano y el cerebro sin añadir el corazón, y que es un arte tan complejo e inasible que sólo un puñado creará magia. Pero el espectáculo debe continuar y, mientras, los escritores que lo son escriben aunque no se conviertan en lo que son.
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