¡Despertemos!

 

El de Millás es uno de esos gritos que todo el que no esté ciego debe dar.

Que se vayan de una maldita vez, que, al menos, se vayan. Existen niveles, y, aunque somos los españoles que hemos disfrutado de los mejores niveles de paz, justicia y bienestar, una democracia que de hecho no respeta los principios democráticos no podrá, a la larga, capear un temporal cuyo aparato eléctrico está cargado del nivel intelectual, espiritual y cívico que hemos alcanzado. Somos una “democracia” que sobrevive poniendo parches, de bajo nivel.

Esta no es la España del setentayocho, entérense los golfos que deben irse, y no roben más, no nos falten al respeto más.

De modo que sí, despertemos.

Y hagámoslo con sensatez, conservando lo construido y alcanzado, fruto de servidores públicos salidos de las urnas y funcionarios de carrera honrados y capaces, que los hay y muchos, y que por las rendijas de las Gurtel de uno y otro signo político y lo despilfarrado por ignorantes han luchado para conseguir lo que tenemos; y no tenemos poco, no somos la República Democrática del Congo ni la de Venezuela, y despertaremos construyendo, no destruyendo.

Existen niveles, debemos dirigir la mirada al norte de Europa.

Necesariamente, los ciudadanos somos parte del problema, de modo que al menos hagamos algo, algo irrefutablemente bueno. Gritemos en honor del olvidado Conocimiento o la pobre Sabiduría (y dejémonos de chorradas que tanto monta, monta tanto) y aprendamos el valor de lo simbólico: que se vayan los que están y las versiones edulcoradas de ellos mismos que sirven de anestesiante ante la “olvidada” y mal llamada crisis, el mayor saqueo sufrido por el pueblo español desde la esclavitud que supuso la derrota de la II República. Los partidos políticos, que se vayan, ni los niños en sus cunas creerían que pueden regenerarse.

Y que vengan otros, y entonces los agoreros asegurarán que todo cambiará para que todo siga igual, pero no, no será igual, ya nos encargaremos de que no sea igual, porque habremos aprendido que vivir en democracia no sólo supone derechos, sino también deberes.

Organicémonos, que amar tu tierra y a los tuyos y ser un patriota no es exclusivo de un solo signo político, y dejemos de avergonzarnos de esta vergüenza de país.

Despertemos: gritemos ¡BASTA YA!

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