Esoterismo y Nazismo, por Mutsotoku.

En realidad no se trata de que hubiera un esoterismo nazi, que lo hubo, sino de la necesidad de crear una nueva religión como pilar de un nuevo orden social, y ambas cosas son imprescindibles para crear un mundo nuevo, pues una civilización (y se estaba creando una civilización nueva) no se sustenta sin disponer de unos valores morales, y Alemania y los nazis (en realidad la oligarquía que llevó a los nazis al poder, enfrentada a la oligarquía anglosajona, ambos contendiendo por el pastel y no por un trozo de él) necesitaban una religión nueva. No era la primera vez que ocurría, cuatrocientos años antes los príncipes alemanes (que debían obediencia al primum inter pares de Madrid) se sacaron de la manga a Lutero como símbolo de su lucha contra Roma, impusieron de la noche a la mañana una nueva creencia espiritual a sus siervos (que se alzaron en armas y fueron masacrados por sus amos), y se quedaron con todas las posesiones de la iglesia católica en Alemania; riquezas que no revirtieron en el pueblo. Creemos que ya no se puede hacer esto con todos los pueblos del mundo, que no se puede hacer con los que son cultos.

No nos desviemos, si quieren saber de verdad deben estudiar, aquí solo regalamos la caña, es usted quien debe pescar.

Los muy eficientes alemanes (a los que temía la nada cobarde Thatcher incluso a finales de los ochenta del siglo pasado), con medios para hacerlo casi ilimitados (curioso cuando diez años antes iban con un carro cargado de dinero para comprar un pan que al llegar había subido de precio, y piénsese que un solo tanque Tigre costaba un millón de marcos a mediados de los cuarenta, cuando un millón de marcos volvió a ser un millón de marcos, y que la guerra hubo que pagarla, no me sean infantiles), crearon su nueva religión con sus reliquias, apóstoles, simbología, liturgia y demás parafernalia delirante; también es delirante la imagen que los vencedores han dado de la Alemania vencida. Los aliados trabajaron mucho y muy duro para que el ocultismo nazi permaneciese en secreto, porque detrás del monstruo no podía haber una idea, el monstruo era el Mal, y punto; y los que ganan son los buenos, por mucho que los habitantes de Dresde no estuvieran de acuerdo. Es la simplificación de los mensajes y la mentira de la guerra. Según la propaganda de guerra y posguerra aliada (maestros en ella la pérfida Albión), Alemania sirvió al mal; nosotros no lo creemos: Alemania se sirvió del mal como se hubiera servido de CASI cualquier cosa para ganar.

Ya nos gustaría debatir esta última opinión, pero ¿con quién? y ¿cómo? si son los aliados los aliados los que reconocen que aún llevan el sello de secreto 400.000 documentos, setenta y cinco años después; y serán 400.000, o serán muchos más.

Y algunos queremos saber.

De modo que Eckart, Chamberlain, Haushoffer y otros formaron al monstruo, que no aprendió por inspiración divina ni era divino, aunque para serlo solo habría tenido que vencer. Ni él ni los alemanes estaban locos, quizá esperaba ganar incluso con los rusos en los arrabales de Berlín porque sabía que podía ganar; o no, pero imaginen que pudo hacerlo y por una cuestión política o incluso moral no desató el holocausto nuclear: inconcebible que los vencedores reconociesen un ápice de “bondad” en el monstruo, que fue un monstruo, aquí solo señalamos que hubo otros.

Observen que si algo no le hemos explicado es el esoterismo nazi, relacionado con tradición filosófica alemana, con la ciencia nazi y con el nuevo pensamiento que todo ello creaba; no es necesario hacerlo, infórmense ustedes. Hubo una vez una guerra, reza el título del libro de Steinbeck, hubo una guerra  secreta y una guerra ocultista, hubo propaganda y hubo contactos permanentes entre los enemigos: esto sí debe saberlo todo el mundo. No duden de que si algo les parece claro es mentira, si algo les parece mentira está claro. El poder no les transmitirá el saber, tiene usted que cogerlo. Hágalo, o no lo haga.

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Annie Bessant, por Mutsotoku      

Ofrecemos en este breve texto algunas de las ideas de esta importante teósofa, discípula de madame Blavatsky.

Bessant nos recuerda que aunque la Teosofía aparece en 1875, es tan antigua como la Humanidad, y que según esta doctrina, todas las religiones tienen un mismo significado. La Teosofía y tiene dos postulados capitales:

  • La inmanencia de Dios, y que el espíritu humano no muere.
  • La solidaridad de todo cuanto vive y existe.

Sobre la Reencarnación reitera algo que ya hemos expuesto en estos artículos: es real y satisface a la razón, haciendo inteligible la existencia, y es un fenómeno relacionado con la fuerte atracción que sentimos hacia algunas personas y el rechazo a otras. La pensadora se detiene largamente en este tema, del que no aportamos su opinión detallada: es coincidente con lo ya expuesto en esta serie de artículos. También se detiene en las leyes de la naturaleza, sobre todo en el Karma, aquello que con mayor fuerza gobierna a los hombres.

Bessant afirma que el hombre tendrá, con el paso de tiempo, siete sentidos. Estamos cerca de alcanzar el sexto: podremos transmitir el pensamiento de uno a otro cerebro a través de la glándula pineal, que es el órgano que nos relaciona con el mundo astral, y es activada por la meditación, convirtiéndose en un puente entre ambos mundos. Este será nuestro sexto sentido.

Esperanzadora y estimulante una de sus afirmaciones: “aunque la vida humana es sufrimiento, el destino natural del hombre es la felicidad”.

Como contraste con el artículo de ayer, tienen en el enlace un reportaje sobre Annie Bessant que comienza contando la situación inglesa a comienzos del XX; para reflexionar.

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Civilizaciones Antiguas, por Mutsotoku.

Al consultar en la “anglopedia” se le identifica de entrada con “teorías” pseudocientíficas, se le descalifica. Estamos a favor de no perder el tiempo con quien no merece ser escuchado, pero esta afirmación huele al completo cinismo que jamás reconocería los errores, la ausencia de ética y humanidad, y la cerrazón intelectual de la mal considerada diosa: la ciencia que, lamento la desilusión de los bobos, no tiene todas las respuestas ni las tendrá. El hecho de que su formación no sea científica, no implica que él u otros no podamos leer, debatir y comprender y, por supuesto, teorizar. Quizá incluso acertemos en nuestras suposiciones, y quizá fuera constructivo estudiar sus teorías en vez de ridiculizarlo. Algo, además, sospechoso.

Nos referimos a Graham Hancock.

Hancock es un buscador, estudia, piensa, debate, y comparte sus ideas, aprende, en resumen. A continuación las divulga. Le interesa el pasado de la Humanidad, nuestro origen, del que ya hemos hablado y que consideramos una pregunta que el ser humano se hace de manera natural. Es evidente que la cuestión tiene importancia y que tendría influencia sobre nuestra realidad actual. A los historiadores no les interesa: propuestas que difieren de lo aceptado firmemente razonadas y probadas, removerían el equilibrio de ser admitidas, y no sería lo único que se removería: también lo harían algunos insignes culos de sus mullidos sillones.

Autor de amplia bibliografía, Hancock teoriza con que hace algo más de 12.500 años una civilización muy sofisticada ocupó gran parte de la Tierra, desapareciendo debido a un gran cataclismo. Defiende que desde México a Egipto, y pasando por Sudamérica, Camboya y el Pacífico, existen coincidencias en cuestiones religiosas y arquitectónicas que apuntan a una o varias civilizaciones existentes hace unos 11.000 años. El final llegó debido a un cataclismo y sus restos están bajo el mar. Al lector le sonará la Atlántida, pero este es uno más de entre los aproximadamente seiscientos mitos similares. Si fuera cierto, se trató de un proceso y debió de haber supervivientes que lograron escapar a otros lugares, especulando con los mayas. Lo cierto es que sus argumentos son muy convincentes con respecto a un legado cultural común, mitos y leyendas compartidas, construcción en forma de pirámide, y mucho más

Les ofrecemos en el enlace un reportaje de vídeo donde tomar contacto cómodamente con sus ideas. Si fuera cierto habría que reescribir la historia.

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EL gran FREIXEDO. Por Mutsotoku.

Es como se le conoce en su mundillo, mundillo que no sabríamos como calificar acertadamente, ni esto importa, importa que no descalifiquemos ese mundillo, porque cerraríamos lo ojos ante hechos e investigadores de mirada y vida poco convencional, pero inteligentes, serios y competentes. Entre ellos destaca Salvador Freixedo, un español que destaca a nivel mundial.

Ya lo habíamos traído a nuestra web, con motivo de la publicación del que muy probablemente será su último y definitivo libro, “Teovnilogía”. En él encontramos las conclusiones de una vida de estudio y experiencia.

Nuestra forma de ver, de enfrentar incluso, las conclusiones de este autor debían ser necesariamente meditadas. La razón de esto es su terrible (no podemos calificarla de otro modo) impresión sobre la situación del ser humano en el mundo: Freixedo considera que somos esclavos; nosotros estamos de acuerdo. Se impone por tanto una determinada forma de leerle que busque lo positivo de sus enseñanzas. La nuestra es que todo lo que no se construya desde la realidad no perdura ni genera la positiva influencia que conduzca a enfrentar esta situación y, por supuesto, cambiarla.

La trayectoria de este polifacético sacerdote, jesuita y exjesuita, investigador, escritor y hasta aventurero, le avala sin ningún género de duda, y Freixedo considera que en nuestro planeta se da una lucha entre el Bien y el Mal, entre amos y esclavos, entre entidades no humanas que se alimentan de nosotros y nosotros, todos nosotros, los “animales” de su siniestra granja humana. Niega que conozcamos la realidad, esta es ajena y hasta insospechada para todos nosotros, enceguecidos por un sistema diabólicamente diseñado que crea la ilusión de que somos libres. A Freixedo hay que estudiarle, todo aquel que sienta la sed de saber debe estudiarle para llegar a asumir que hay un ellos y un nosotros.

Les ofrecemos en el enlace su última y extensa conferencia, que dio hace unos meses. No tiene desperdicio.

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3 ENFOQUES sobre la reencarnación, por Mutsotoku.

A nuestro juicio este es el libro más completo y fiable que conocemos sobre el tema que nos ocupa. Su autor es Sebastián de Arauco, un Maestro. Vamos a exponer las ideas contenidas en el libro, cuya lectura recomendamos, señalando que mucho de lo expuesto ya lo habrán encontrado en artículos anteriores, y lo haremos con afán expositivo, sin detenernos en componer un texto; sólo pretendemos informar.

  • La vida tiene tres aspectos: espiritual, psíquico y físico.
  • El objetivo de la vida es progresar hacia la perfección, hacia la sabiduría, la fortaleza, la pureza y el amor.
  • La reencarnación se conoce desde la antigüedad, está presente en todos los pueblos primitivos y todas las religiones.
  • Existen leyes divinas que rigen la vida, son perfectas e inmutables.
  • Las almas, tras un periodo de tiempo, vuelven a encarnar. Cuando se elige una encarnación se adquiere el compromiso de su realización, pues el alma conoce las dificultades que va a enfrentar, y que el en cielo y en la tierra vive ligada a aquellos que amó.
  • Toda deuda debe ser saldada, es posible que se vuelva para ello, y se paga con dolor.
  • En el Astral, el alma conserva su figura física para ser reconocida.
  • Se reencarna unido por lazos de familia y amistad.
  • Las causas de las desigualdades entre los seres humanos están en nuestro pasado.
  • Haciendo el Bien conquistamos la felicidad en el futuro, haciendo EL Mal lo atraemos hacia nosotros.
  • El dolor sensibiliza el alma y nos hace humildes.
  • No se retrocede espiritualmente.
  • El tiempo que media entre reencarnaciones no está fijado.
  • La sensibilidad de los espíritus muy evolucionados les hace sufrir, sobre todo en la infancia.
  • El proceso reencarnatorio varía según el estado de evolución del espíritu.
  • El perdón no exime de la expiación.
  • No se puede escapar a las consecuencias de las acciones.
  • Venimos con un destino pero podemos modificarlo mediante el esfuerzo de nuestra voluntad.
  • Al evolucionar nuestro psiquismo lo hace nuestra figura física.
  • Ningún sufrimiento que nos llega es superior a nuestra capacidad de soportarlo.
  • En los Registros Akhásicos permanece eternamente grabado todo lo sucedido en el mundo físico.

Y en el enlace, como de costumbre, un video que hemos escogido donde podrán escuchar cómodamente algunas de las ideas y creencias del autor.

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La Reencarnación, por Mutsotoku

El lector de este artículo, al que suponemos interesado en el tema, debe partir de un hecho y plantearse una pregunta. El hecho del que ha de partir es que todo lo que aprenda sobre este tema forma parte del conocimiento ancestral de la Humanidad, que ha sido transmitido por maestros a los largo de los tiempos: forma parte de La Tradición. En cuanto a la pregunta que debe plantearse, es si se plantea la pregunta: quiénes somos, de dónde venimos, adonde vamos; no necesita entender la reencarnación quién no se plantea qué es, a menos que lo haga por curiosidad. Si acepta la reencarnación como verdadera, dispondrá de una cosmovisión, una explicación del Universo, pero no de algo comprobado por la ciencia, y hemos sido educados, y no sólo en Occidente, en que la ciencia tiene la última palabra.

Esto no es válido para un Iniciado, y es innecesario argumentar el porqué.

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Aun así, existen muchos estudios científicos sobre la materia, serios y realizados con grandes medios algunos de ellos, y por autoridades en sus campos de investigación. Pero este no es lugar para tratar sobre ellos, puesto que sería interminable: desde estudios científicos actuales que han señalado “pruebas” (el entrecomillado es nuestro) hasta el Libro Tibetano de los Muertos, el Bardo Thôdol (no sólo existe un libro de los muertos egipcio), el Mânava Dharma Shâsta hindú (que recoge las leyes de la transmigración), o los textos budistas, que no tienen grandes diferencias con los hinduistas.

Sería interminable.

La reencarnación es una respuesta al sentido de la vida, un mecanismo necesario para una evolución del espíritu en su camino hacia la plenitud del Amor, momento en que dejará de encarnar, o sólo lo hará para ayudar a sus semejantes. Está directamente relacionada con la Ley del Karma: nuestra siguiente encarnación dependerá de las acciones de la vida pasada, del Karma acumulado.

Continuaremos en un segundo artículo, la próxima semana.

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Trilogía de la Personalidad, por Mutsotoku

Este es un artículo sobre lo indemostrable, al menos hasta cierto punto. Precede al que ofreceremos la semana que viene, en el cual expondremos las distintas opiniones de autores clásicos y modernos sobre un tema polémico, novelesco, tan estudiado como vilipendiado, en el que tantos creen, del que tantos se burlan; sobre estos últimos queremos decir que no sólo no tienen respuestas, ni siquiera se hacen La Pregunta. Nosotros somos buscadores, no podemos (y quizá nadie pueda) hacer ciertas afirmaciones con rotundidad, pero mantenemos la mente abierta de una forma crítica, y no juzgamos.

Una parte de La pregunta es qué somos. El Hombre es cuerpo, mente y espíritu. Así nos fue transmitido por el Maestro en que depositamos nuestra confianza, como un conocimiento ancestral al que de forma crítica sometimos a nuestra inteligencia, experiencia e intuición. Existen estudios antiguos que tratan estos temas en una profundidad que no alcanzamos, que exigirían toda una vida de estudio, y por tanto no entraremos en ello.

El Cuerpo físico está compuesto por una materia densa que se puede percibir con nuestros sentidos, posee forma y sustancia con el que nuestro yo se manifiesta en este plano de existencia.

El Alma es el yo pensante y consciente, tanto cuando está unido al cuerpo físico como cuando se separa de él. Está formado por materia al igual que el cuerpo físico, pero esta es más sutil, menos densa, y también posee forma y sustancia, aunque no se puede percibir con nuestros sentidos materiales.

El Espíritu es nuestro verdadero yo, cuerpo físico y alma no lo son, tan sólo esta última es más sutil que el primero. El Espíritu es la única y verdadera parte inmortal del Hombre.

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ALMA y MUERTE, por Mutsotoku

Continuamos con nuestro recorrido por las culturas antiguas y su visión de la muerte y el alma, insistiendo, es muy importante hacerlo, en que tan sólo ofrecemos unas pocas informaciones, y en que nos centramos en las grandes civilizaciones. No hay espacio ni este es el sitio para más, pero es imprescindible señalar que las coincidencias con otros agrupamientos humanos más pequeños son asombrosas.

Existe la creencia en Japón de que el espíritu del fallecido permanece junto a los vivos cien años antes de encarnarse, y creen en la existencia del infierno donde la vida (que ironía) es similar a la terrestre.

Sobre China queremos indicar que el Taoísmo se convirtió en la religión más importante a partir del siglo III a.c. Las sectas taoístas eran tradicionalmente consideradas como las detentadoras de los secretos de la inmortalidad. En Tibet, que también posee un “Libro de los Muertos”, se cree en la reencarnación como herramienta de crecimiento espiritual, alcanzándose un estado de iluminación que nos libera del eterno retorno, aunque seres iluminados retornen por benevolencia y amor a la Humanidad.

En el Hinduismo todas las almas proceden del Atman, el alma universal; es curiosa la coincidencia con alguna de las teorías científicas sobre el origen del Universo. Creen en la transmigración de las almas, incluso tienen un libro donde se explican sus leyes, siendo la básica que es un mecanismo imprescindible para la evolución del ser humano.

En África las religiones tienden a un estrecho contacto con la naturaleza, y la mayoría de las tribus reconoce la doctrina de la transmigración de las almas, la reencarnación.

Cuando miramos a América del Sur, es importante dejar constancia de que las ideas de los aztecas coincidían en gran parte con las de los Mayas, y que creían en la reencarnación. El Animismo está considerada la religión más importante, y es significativo que para todas las religiones la muerte es un cambio de estado, una existencia diferente.

Por último la religión cristiana, que creía en sus orígenes en la reencarnación y nunca la ha condenado oficialmente.

El lector de este artículo debe considerar que estos pocos datos son parte de los intereses particulares del autor, y que tan sólo uno de ellos podría ser objeto de estudio durante toda una vida. Nuestra intención es despertar el interés.

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La Muerte y el Alma, por Mutsotoku

En este artículo vamos a hacer un recorrido por algunas de las más importantes culturas de la antigüedad, y dejaremos constancia, en algunas notas que nos parecen de interés, de sus interpretaciones sobre la muerte y el alma de los seres humanos. Queremos señalar una obviedad: la distancia, lo que supone que los contactos y la capacidad de influencia de unas sobre otras era muy limitado.

En Egipto la muerte es una etapa de transformación del individuo. La metafísica egipcia distinguía en el hombre seis elementos, tres materiales y tres espirituales, siendo el Ka el garante de su inmortalidad, en una lucha donde habría de enfrentarse con las fuerzas del Mal. Los egipcios creían en un juicio, y en un infierno y un paraíso. El individuo que era juzgado justo lo alcanzaba, como premio por haber practicado el Bien. Para profundizar en las creencias egipcias es imprescindible estudiar el “Libro de los Muertos”.

Siguiendo con Oriente Medio, señalaremos que para Sumerios y Acadios el reino de la muerte es un lugar de tinieblas, y sólo el conocimiento puede conducir a la eternidad, mientras que la tradición irania afirma la existencia de un combate entre el Bien y el Mal donde el hombre participa, y sólo cuando venza el Bien se renovará el mundo y seremos  inmortales. En Grecia estas concepciones evolucionaron, tanto en la geografía del Más Allá, como en la idea de juicio. Sobre la concepción griega dos apuntes que nos interesan en particular: para Pitágoras la patria del alma era el cosmos, y para Plutarco el hombre se compone de cuerpo, alma y espíritu, la misma concepción que la moderna teosofía.

Todas estas culturas creían en la existencia del alma, como los druidas celtas, como los germanos, es prácticamente universal.

En una próxima entrega completaremos este artículo tratando sobre el lejano Oriente, África y América del Sur.

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Carl Gustav, por Mutsotoku

Traemos esta semana unas anotaciones, impresiones extraídas de un libro en particular: “Budismo y psicología junguiana”, que puedan conducir al lector a la reflexión sobre como tradiciones históricas, religiones y modernas líneas científicas (en este caso la psicología), pueden tener puntos en común, quizá complementarse, desde el pensamiento de una mente abierta. El sólo ejercicio de hacerlo, con independencia de llegar a conclusiones, es algo enriquecedor intelectual y espiritualmente, y nos puede acercar al conocimiento de la verdad, o hasta ella.

Como algo personal que es, y para quien desconozca por completo al autor, queremos transmitir lo que a nosotros nos interesó, como la Individuación: que para Jung consiste en la integración del consciente y el inconsciente del ser humano.

También reflexiona sobre el Karma, y por tanto la reencarnación, sin que aquí vayamos a afirmar que creyera en ella. En concreto, nos llamó la atención su afirmación de que aceptar el Karma no significa estar atado a él, algo que ya explicamos aquí cuando escribimos sobre la ley natural de causa y efecto.

Con respecto al ego, nos parece interesante su punto de vista en referencia al desplazamiento del centro de gravedad psíquico, centrado en torno al ego, hacia una condición psíquica que no sea egocéntrica, sino excéntrica (lo cual supone dar por hecho que el centro de la conciencia es un estado de flujo). En este estado de mente excéntrico ¿se pueden experimentar imágenes, visiones, sensaciones de otras vidas?

Nada más, sólo unas letras para dar a conocer nuestra curiosidad intelectual por Jung, algo que esperamos que compartan.

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